Hoy hace 6 meses falleció Néstor Kirchner y también hace 8 años un día como hoy, junto a toda su familia festejaba en Santa Cruz haber sido votado por los argentinos alcanzando un segundo puesto nacional que lo habilitaba para una segunda vuelta, valga la redundancia, frente a un Carlos Saúl Menem que inteligentemente desistió ir a la compulsa, lo que seguramente hubiera sido una deshonrosa derrota para el riojano. Entonces "el Flaco crispador" fue consagrado Presidente de los argentinos en el 2003.
Muchas cosas cambiaron desde entonces. Néstor Kirchner ya no está desde hace medio año custodiando cada paso, de su amada esposa la Presidenta Sra. Cristina Fernández.
Sin dudas muchas cosas cambiaron, aún para aquellos que de la boca para afuera no lo quieren reconocer o admitir y prefieren escupir bilis con cada palabra o juicio para con el Poder Ejecutivo. En esa misma bilis la Oposición política, insensible al termómetro popular, comenzó a resbalar y primero parecían tropezones del sofisma, dejándoles magullones de dudosa o incierta credibilidad. Hoy está deshilachada mediante la torpeza de sus propias maniobras, que no sintonizan para nada con sus propias convicciones, si las hubieran, y en el tejido de espasmódicas alianzas que se diluyen antes de materializarse. Y este es el mayor logro de una gestión con permanentes anuncios y hechos, para la gente, los trabajadores y empresarios etc... sumándole un inapelable balance económico que soporta cualquier embestida crítica.
Muchas cosas cambiaron y no pienso ennumerarlas porque son tangibles y están a la vista. Falta mucho por hacer. Entre lo que resta, inicialmente, está la decisión de continuidad que la mayoría de los argentinos espera. Seguramente el agobio de Cristina, absolutamente subordinado a su inteligencia, le permite manejar los tiempos de anuncios demagógicos y continuar sobre una base de hechos políticos concretos, cargando sobre su espalda el esfuerzo notorio del dolor y una voz quebrada, cada vez que lo menciona a Él... Porque "Él soñaba"... y "juntos soñaban" con "a felicidad de poder ver, a partir de realizar y el hacer" un cambio de modelo con rumbo a la felicidad de todos los argentinos.
Falta... Claro que falta. Siempre "la construcción cuesta mucho más que la destrucción". Y hoy estamos en tiempos de construcción. Mal que le pese a ciertos intereses y al "peso lógico de los pesimistas".
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