viernes, 4 de septiembre de 2015

Mi Carta a "Panchito" (Francisco).

A Su Santidad “Francisco”:
Simplemente agradecerle por haberme devuelto la fe en esta Iglesia. De formación Católica desde mi Salta y hasta los 20 años, me radiqué en BsAs. Sabemos el marco (1978). Un gran escepticismo me abrazó y poseyó. Jamás dejé de confiar en mi “querido Flaco” crucificado. Pero si tuve el empecinamiento de bajarlo de esa cruz y verlo vivo de nuevo.
Hoy lo veo en Ud. Su Santidad. Y creo que el amor que eso despierta podrá conducirnos tal vez a esa “Revolución de la Fe” que le escuché mencionar y por supuesto abrió mucho más mi corazón. Fue como volver a darle sentido a mis raices y esperanza a tanta desesperanza.
Y tenía que venir de la mano de un Jesuita. Mártires, del amor en nuestra historia por quienes siempre guardé inmenso respeto. Hoy más que nunca ante tanto amor y dolor arrojado a los mares.
Este poema lo escribí hace muchos años y encontró su identificación de síntesis en la oratoria más reciente de Su Santidad cuando visitó Latinoamérica.
Me inclino ante su difícil e inmensa tarea pastoral y por supuesto está presente en mis más puros pensamientos y oraciones por toda la humanidad a través suyo de Ud. ( como solía escribirse antaño).
Con el mayor de los respetos y admiración. Muchas gracias por su valioso tiempo.
Daniel Ernesto Daher Petracchini
DNI 12.220.755
Salta y Buenos Aires – Argentina - 



Revolución.
Identificación de sueños
y dolor a la vez.
Salida única de esperanzas postergadas
por días, meses, años lustros,
décadas y siglos. Historia.

Hombres mis hermanos
marginados y subyugados
por otros hombres, mis hermanos.
Ambición del todo mío,
contra la urgencia de algo para todos.


Él contra Él. Tú contra Tú.
Yo contra Yo.

Nosotros. Hombres sublimes.
Esencia de una misma esencia,
enfrentados por lo esencial. La vida.


Enlodados en nuestra propia sangre
por el destino de abrazar
nuestra necesaria subsistencia.
Por ver impotente abrazar
a tus miles de hijos, mi hijos.
Tus viejos. Mis viejos.


Inevitablemente elevados a los cielos
de infinita ausencia
por la desnutrida razón.
Ciega ignorancia.

La flaca incomprensión.
Mi incomprensión.
Tu incomprensión.
Nuestra incomprensión.


¿Qué colores lucirá nuestra
próxima y propia bandera?
¿Los tuyos? ¿Los míos? ¿Los nuestros?

Traposa. Harapienta.
Tramposa. Roñosa.
Deshilachada y aromatizada
con hedor a pólvora, seres lacerados,
vergüenza, “gloria” y sangre.


Vencedores sin vencidos.
Vencidos sin vencedores.
Muertos tuyos mis muertos,
amados hermanos.
Muertos míos tus muertos,
amados hermanos.


Hijos entregados.
Héroes de la victoria
y héroes de la derrota.
Amados mártires.

Muertos tan imprescindibles como innecesarios
de la vida por la vida.


Llanto de proeza y sensación de futuro,
sobre prolijas y veneradas tumbas.

Aisladas tumbas
para un mundo global.
Felicidad de pocos.

Para felicidad de todos
es la Revolución naciente
a la que canto.

Globalización del amor.
La Revolución del hombre
elevado a su estatura total. Real.

Mezquindades desterradas
al exilio eterno.

Elevo mis brazos y
te saludo planeta.

Extiendo mis manos, vacío de espera,
para que las llenes con tus manos
vacías y rebasadas de amor.


Amada mujer. Amado hombre.
Amado mundo.

La Revolución por la que canto
prescinde de líderes traidores,
claudicantes y distraídos.

Prescinde de los que prescinden.

Es la Revolución del abrazo eterno.
No hay eternidad sin totalidad.
No hay totalidad sin utopía de amor.

La Revolución por la que canto
prescinde de banderas. De fronteras.

Bienvenidos amados hermanos todos.

Tomen sus tierras en esta mi tierra,
pues yo deseo besar y amar mi tierra,
sus tierras.
Nuestra tierra bendita
de prolífica fertilidad.

Nuestros mares benditos
de generosos frutos.

Nuestras montañas benditas
de inmensidad.
Nuestros ríos benditos
de bautismo sin distingo.


Mis monumentos, nuestra historia,
tus monumentos. Mis Dioses.
Tus monumentos, nuestra historia,
mis monumentos, tus Dioses.
Todos ellos ante un Dios.
Nosotros.
Hombres en su estatura.
Amor en esencia.


La Revolución por la que canto
es por la que amo y temes.
Es por la que temo y amas.

Es por la plenitud.
La transparencia.

Por superar la existencia.
Sin la mutua trampa de subsistir.
Sin mis trincheras por ti.
Sin tus trincheras por mí.


Es derrocar el Absolutismo
de nuestros miedos.
Tus sueños
Mis sueños

Asumir el coraje de amar.
Es el amor como único líder.
La Revolución Global
por la Vida.


Dedicado a los mártires de Nosotros mismos.
Del libro "Por este Rumbo" (2008)