Estoy decidido.
Ahora que comprender el mundo
se me hace cada día más difícil,
aprendí lo fácil que es la vida.
sobre aquello que no puedo entender.
Por grande que el esfuerzo fuera,
si no lo entiendo seguramente
no está destinado a mi.
Decidí que aunque todo me ha sido dado
y nada me pertenece,
daré todo cuanto pueda dar
y por sobre todas las cosas
para con aquello que estimule
mi sensación de felicidad.
Comprendí que ser feliz
es esto mismo que siento ahora
mientras mi cerebro elabora,
mi corazón siente
y mis manos escriben.
Convicción.
La convicción de que lo hago
porque me causa placer.
Como esos besos amantes
cuando el deseo nos invita a sabernos más.
Y aunque intuimos que fuera de nosotros
el mundo gira,
nuestro mundo se circunscribe al éxtasis de darnos…
Y que dar es darme.
Comprendí definitivamente
que la felicidad buscada como fin
no es más ni menos que la suma
de los pequeños espacios de tiempo
que soy capaz de crearme
y transcurrir con felicidad.
Estoy decidido a no aceptar que me hieran
y a rechazar todo aquello que atente
contra mis intentos de ser feliz.
A no dilapidar el mínimo espacio de tiempo
que la vida generosamente me asignó,
ni ceder a la esterilidad de pretender
ajustar a mi medida las necesidades de los demás.
Comprendí que aunque me impresionen
bien o mal las circunstancias
que me toquen vivir junto a mis semejantes,
esas impresiones son necesidades de otros seres
a quienes puedo amar aún en el disenso
y que no necesariamente debo acondicionar
ni subordinar mi felicidad
al imperio de otras felicidades.
Salvo que hacerlo me cause inevitablemente felicidad.
Que puedo comprender… aún sin entender…
Estoy decidido a saborear cada trago.
A beber despacio las distintas dimensiones
de mis latidos y a entregar
todo aquello que mis sentidos
ordenen con entusiasmo que debo conceder…
Porque es una manera más de extenderme
y extender felicidad.
Decidí abrir mis fronteras al espíritu que aporte felicidad
o aún sin darse cuenta,
pretenda concederme heridas y
sumergirme en el dolor.
Estoy decidido a no ser indiferente a la belleza.
A respirar el aire con más conciencia de estar vivo.
A defender lo que existe y vive.
Estoy decidido a generarme y generar vida.
Porque la necesito para seguir viviendo.
Y que vivir es disfrutar de lo que circunda
y sucede fuera de mi.
Comprendí que debo imponerme la risa
aunque me quemen las llagas.
Que la manera de ser libre
es saberme libre.
Y que respetar tu libertad
es respetarme la mía.
si no se autoproclama felizmente libre.
Que no hay libertad sin felicidad.
Ni felicidad sin libertad.
Que padecer tristezas te convierte
en esclavo de propios pesares
y en un no vidente de las dichas
que eres capaz de engendrar
y regalarte a ti mismo…
Para regalar.
Que es imposible dar lo que no se posee.
Decidí no esperar más
para ver si un día llueve felicidad.
Porque aunque me cause felicidad
sentir llover sobre mi rostro,
lo que siempre llueve es agua
en sus variados estados
y en definitiva soy yo mismo
quien decidí estar feliz
bajo la llovizna…, nieve o tormenta…
que me ofrenden su franca sonrisa,
porque la tierna inocencia
que jamás quise perder
habita en ellos y en esa chispa
alimento la necesidad de recuperar
el valor de la inocencia
y la ternura como gentil armadura
de mi propia felicidad.
Comprendí que la nada hacia la que voy
es la misma de la que provengo
y en ella solamente quepo
despojado de toda vestidura.
Yo… como única y exclusiva materia.
Decidí conceder como toda heredad
mi cotidiana conciencia de ser feliz.
Como único legado y testamento,
que me recuerdes con felicidad…
de "Antojologias"
Daniel Daher
(Derechos Reservados Ley 11723)
Es posible utilizar los textos total o parcialmente
citando la fuente de origen y autor
Daniel Daher
(Derechos Reservados Ley 11723)
Es posible utilizar los textos total o parcialmente
citando la fuente de origen y autor